El rostro del creyente mira su semblante para sentirlo uno de los suyos. Tiene Getsemaní en su camarín; restos de sudor y sangre que ahora en serpiente tentadora enroscan su cabeza. Todo lo ha asumido. No se queda quieto, siempre avanza decidido hacia el Calvario para cumplir lo escrito y anunciado por los profetas, y los sevillanos lo queremos lo que no está en los escritos.
Sánchez-Dalp
Foto: Javi Jiménez.
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